jueves, 19 de mayo de 2016

Jose Carra, una banda sonora de sensaciones

Una cautivadora y sencilla melodía al piano, evocadora de mil y un paisajes, marcó el inicio del concierto del pasado sábado 7 de mayo en Clasijazz. Nadie podía pensar en el vendaval musical que se nos venía encima. Algo invisible comenzaba a tirar de nosotros.
Jose Carra iniciaba con ese tema, ”Algo tira de”, la presentación de “Verso”, su nuevo y creo que mejor trabajo hasta el momento.
Este pianista malagueño no es un desconocido para los almerienses y, personalmente, es alguien a quien sigo con interés desde hace años por su buen hacer al piano y, sobre todo, por su originalidad como compositor y creador de atmósferas sonoras. “Verso” viene a ser una vuelta de tuerca más en esa personal forma de enfocar la música. Su primer disco, “Ewig” (2012) ya iniciaba la senda, pero fue en el siguiente, “El camino” (2014) donde dejó claro que su propuesta era diferente. No encontraremos en sus discos reinterpretaciones típicas de standards, ni composiciones que sigan la estructura de estos últimos, sino que nos sumergiremos en algo parecido a una gran banda sonora de vivencias, sonidos, palabras y sensaciones. “Verso” es la culminación, hasta la fecha, de ese camino musical, y si el contenido del disco es sublime, su traslado al escenario no fue menos.
Para la nueva aventura no podía ir mejor acompañado; un contrabajista, Bori Albero, cuyo instrumento parece una extensión de su propio cuerpo. El batería gallego afincado en Málaga, Dani Domínguez, es otra figura de nuestro jazz para quien los ritmos no parecen tener secretos. Y dando el toque progresivo y experimental, el tremendo guitarrista Jaume Llombart, que es uno de los aportes más novedosos en este nuevo trabajo de Carra.
Tras esa apertura de concierto comentado al inicio llegó uno de los mejores temas del disco, ”El corazón de la hormiga”. Comenzando con una melodía hipnótica ejecutada con delicadeza entre piano y guitarra, los arpegios del piano nos van llevando por esos panoramas sonoros con un gran dominio de la dinámica. La guitarra desgarradora de Llombart sobrevuela nuestras cabezas en torno a una base rítmica estremecedora. ¿Es jazz? ¿Es rock progresivo? Da lo mismo. No es momento de preguntarse nada, hay que limitarse a sentirlo.
En “Flying clouds” se alternan pasajes de tremendo lirismo con momentos más funk. La batería imita una caja de ritmos mediante una curiosa técnica que consiste en posar un pequeño plato sobre la caja, produciendo sonidos cuasi electrónicos. Uno de los mejores solos de Albero tiene lugar en este tema, que acaba en lo más alto.
Con “El invierno nos pertenece”, otro impresionante desarrollo que partiendo del más profundo intimismo crece hasta convertirse en algo demoledor, concluyeron el primer pase. Y aún quedaba lo mejor.
“Kodama” comenzó con la intro interpretada por un cuarteto de cuerda pregrabado. El tema volvió a embarcarnos en el particular y paisajístico sonido de Carra, esta vez con una melodía de marcados tintes orientales. “La piel ajena” es otra de esas composiciones que se te quedan grabadas a fuego, y donde el pianista vuelve a demostrar su solida formación clásica, construyendo una compleja melodía sin dejar de arpegiar durante su exposición. Su improvisación en este tema, de las más logradas de la noche sin duda, tanto por técnica como por emoción.
El delicadísimo tema “La flor lo sabe”, interpretado en el disco por Alba Moreno, cuya voz suplió perfectamente en el directo un delicioso unísono de guitarra y piano, nos transportaba hacia el final, para el que había reservado los dos platos fuertes del disco: uno era “La sombra del verso”, toda una declaración de intenciones, miscelánea de clásica, jazz, rock progresivo y música descriptiva. Su épico comienzo transporta a mundos imaginarios; un fascinante viaje con cambios de ritmo constantes, armonías misteriosas, guitarras “crimsonianas” y un piano siempre presente, creando panoramas sonoros imposibles pero reales.
El bis no podía ser otro que el tema más contundente y fascinante del disco, “Golem”, épico también hasta las últimas consecuencias, prog-rock puro y duro en casi todo su desarrollo. No había mejor composición para terminar de dejarnos literalmente pegados a nuestros asientos.
Está claro que la música de Jose Carra ha llegado para quedarse.