jueves, 23 de noviembre de 2017

Benny Golson, la humildad de la grandeza

El arte, como cualquier actividad del ser humano, esta siempre plagado de historias que con el paso del tiempo nos hacen comprender mejor cada obra. El jazz no es una excepción, y hace mucho que oí hablar del trompetista Clifford Brown, fallecido muy joven en un accidente de tráfico. Brown había coincidido en la orquesta de Lionel Hampton con un también joven saxofonista que quedó muy afectado por la pérdida de su colega, y decidió escribir una melodía que lo inmortalizase. Así nació “I Remember Clifford”, una de las tonadas más versionadas de la historia. Y quiso el azar, puede que como agradecimiento, regalar a su compositor los años de vida extra que Clifford no pudo disfrutar. Hablo de quien tuvo un papel fundamental  – aún apareciendo solo unos segundos en pantalla – en “La terminal” de Spielberg, por quien el personaje de Tom Hanks fue capaz de franquear tantas dificultades con tal de conseguir un autógrafo suyo. Hablo del creador de temas ya tan míticos como “Killer Joe”, “Blues March” o “Whisper not”. Hablo del hombre que, junto a Art Farmer, fundó una de las mejores bandas del hard bop, “The jazztet”. Hablo, en definitiva, de una leyenda viva de la música norteamericana: Benny Golson.

Nuevamente Clasijazz, con ese ‘loco maravilloso’ llamado Pablo Mazuecos al frente, marca un hito en la historia de la música almeriense, y el pasado domingo esta sala volvió a colgar el cartel de “no hay billetes” y nos permitió disfrutar de otra jornada mítica.

El concierto comenzó con la Big Band ‘Clasijazz Swing & Funk’, donde ahora mismo militan los futuros valores de nuestra música. Dirigida alternativamente por  los saxofonistas Mike Fletcher y Antonio Gonzalez, interpretaron tres composiciones compuestas y arregladas por Golson: “Along came Betty”, el celebérrimo “I Remember Clifford” y la maravillosa “Whisper not”. Para ellos era una satisfacción y una responsabilidad, interpretar ese repertorio ante su creador, porque Mr. Golson no tuvo inconveniente en mezclarse con el público y disfrutar de la interpretación de sus composiciones.
Desde la veteranía de mi buen amigo el contrabajista granadino Guillermo Morente hasta la juventud de nuestro nuevo valor de la trompeta, Jose Carlos Hernández, para todos fue especial que Benny los aplaudiese e incluso guardase algún recuerdo con su propio móvil.
Pero el momento esperado de la noche llegaba cuando Golson y sus músicos subieron al escenario. El concierto comenzó con un tema de una grabación reciente, “Horizon Ahead”, un delicioso swing a medio tiempo para calentar y demostrar que mantiene su elegante fraseo y su reconocible sonido al tenor.
El trío que le acompañaba era de auténtico lujo: Joan Monné, un pianista de impecable técnica, Ignasi Gonzalez, uno de los mejores contrabajistas de nuestro país y el batería alemán Jo Krause, sólido y contundente con las baquetas. Todos le dieron el soporte preciso para desarrollar su arte. Emocionante fue el inicio de su mítico “Whisper not”, con una interpretación de la melodía muy cercana al estilo susurrante del gran Ben Webster. Grandísimo el solo de contrabajo de Ignasi en este tema, por cierto.

Continuaron con “Confirmation”, a un tempo algo mas rápido – aunque no tan endiablado como solía hacerlo Parker - y donde Krause se lució en unos fabulosos “cuatros” que confluyeron en un tremendo solo final.

El maestro se tomó un respiro durante el cual el trío nos deleitó con un fantástico “Yesterdays”, con Monné desgranando delicadamente la preciosa melodía. Benny se encontraba cómodo con el público y compartió anécdota sobre “Stablemates”, tema que en su día facilitó a Coltrane y que terminó grabando el propio Miles. El concierto se acercaba al final acudiendo a un clásico, “Take the A train”, un tema que quizás no habría nacido de haber existido los GPS en los años cuarenta.

Aún quedaba la guinda, el momento en el que la humildad de este gran músico quedó patente al ciento por ciento: compartir escenario y composición con esos jóvenes músicos de la big band. Para ello nada mejor que ese marcial y festivo blues de su cosecha, “Blues march”.

Una nueva demostración de que la música no entiende de fronteras, idiomas o ideologías. Cuanto tendrían que aprender nuestros dirigentes políticos de músicos como Benny Golson.


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