Eran días de continuos descubrimientos musicales aquellos
inicios del ya lamentablemente extinto festival de jazz de nuestra ciudad. En
sus primeras ediciones se concentraban en tres jornadas todas las
posibilidadesde deleitarnos con grandes músicos de calado internacional que se
dejaban caer por un Cervantes que aún no había tocado fondo y vuelto a
resurgir.
Ese 1987 fue el mismo en que un bluesman de faz demoniaca
llamado Albert Collins nos dejó con
la boca abierta saliendo hasta El Paseo guitarra en
ristre. Pero un par de días antes dos sencillos guitarristas nos ‘volaron la
cabeza’ a más de uno en las butacas de nuestro querido teatro.
Esa noche yoiba con
la intención de disfrutar del guitarrista de moda en el jazz-rock, John Scofield, pero me di de bruces con
una sorpresa y que la música te pille desprevenido es una de las sensaciones mássatisfactorias
de la vida del melómano. Y ocurrió con Eduardo
Niebla y Antonio Forcione, unos músicos desconocidos para un aficionado al
jazz de provincias. Armados solo con dos guitarras acústicas esa pareja me iban
a dejar tan impresionado que el concierto de Scofield me supo a poco.
Recuerdo con claridad el prístino sonido que sacaban de esas
doce cuerdas, que no solo usaban como guitarras, sino también como bajos o instrumentosde
percusión, aderezando algunas interpretaciones con suaves sonidos sintetizados
que, en su justa medida, daban un toque más mágico. Por momentos mehacían recordar
al mejor Django y en otros se escoraban hacia los sonidos flamencos o la fusión
con otras músicas étnicas, todo ello puesto al servicio de una elaborada
técnica, dominio de la improvisación y una complicidad sorprendente entre ambos.
Vivamos en una Almería culturalmente muy aislada y para encontrar su último L.P., una
joya llamada “Celebration”, aproveché
una estancia en la capitalrecorriendo algunas tiendashasta que lo pesqué en
Ríos Rosas.La cafetería Gladys programó algún que otro conciertoy pocos años
después repitieron allí, pero desde entonces no hemos tenido la suerte de
volver a acogerlos. Hoy en día no continúan como dúo, aunque permanecen en
activo con interesantes carreras.
De ese último concierto mi buen amigo Jose María encontró no
hace mucho el pequeño programa de mano y, como si hechicería telepática se
tratase, días después le sorprendí yo desde Candil con el especial dedicado a
este disco.
Sicierro los ojos y pienso en esos días de mocedad
jazzística siempre me viene a la cabeza una de las composiciones másmíticas de
esta pareja: ‘For Vic’. Y escuchar
esa canciónsí que es una auténtica celebración.
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